Y dejarlo todo a un lado.
Sonrisas tatuadas por horas alcoholizadas, por locuras de media noche y despertares a medias tardes. El humo, los cubatas y los roces con desconocidos se impregnaban en mi ropa, dándole ese asqueroso olor que al día siguiente te recordaba lo mucho que disfrutaste. Y el baile, los bailes, la música alta y perder el control, aumentar la velocidad y estrellarse contra sus labios.
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