viernes, 13 de abril de 2012

Enamorarse es como una droga, quieres más y más hasta que llega un punto en el que si no lo tienes, terminas obsesionándote, sientes un mono infinito de él, lo necesitas por encima de todo, y eso es algo que por mucho que lo intentes no lo puedes evitar, quieres sentirlo como una dosis alta en las venas de esas que hagan que lo tengas hasta en el último rincón de tu cuerpo y sentirte tan bien que no pares de reír y reír, de esas que te quedas con ganas de repetir esa sensación, de tenerle para siempre, de quererle hasta que te duela, quieres tenerle tan cerca que sólo puedas respirar su aliento.

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